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INVESTIGACIÓN - CEDIR

Los Compromisos Internacionales con la Paz

 

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Hace 20 años dejaron de existir las hipótesis de conflicto y así, en una suerte de ingeniería inversa, las mismas herramientas pensadas para resolver la discordia devinieron en instrumentos de integración.


Las instituciones creadas, justamente, para dirimir la disputa contribuyeron notablemente a crear en el sur americano, un indudable “bastión de paz”.


Ello no ha sido desde entonces por la sola imposibilidad de sostener guerras sino por una verdadera y profesional vocación integradora.   El CEDIR, así lo sostiene y lo propicia.


Hace 10 años en la Revista del Movimiento Socialista Nacional Chileno, el más prestigioso periodista argentino de todos los tiempos escribía refiriéndose a su patria que la “transformación en «Ejércitos Profesionales»”, era lo mismo que “…decir, fuerzas Mercenarias al Servicio del Mundialismo.” Téngase en cuenta que aun nuestros hermanos chilenos vieron con preocupación el desmantelamiento del Servicio Militar Obligatorio argentino que fuera instaurado hace 110 años por los legisladores que adhirieron a la idea de Ricchieri.


Hace poco más de 9 años, otro destacadísimo jurista argentino y máximo representante del Consejo Consultivo Continental de la Asociación Americana de Juristas promovía una acción de amparo por la inconstitucionalidad del ingreso de fuerzas extranjeras al territorio de la nación en oportunidad de la realización de un ejercicio militar en territorio argentino.   En efecto los ejercicios “Cabañas” 2000 y 2001 en Córdoba y Salta, constituyeron la piedra del escándalo ante el impracticable pedido de otorgar un status especial a la soldadesca extranjera del norte.


Éstas eran las condiciones propiciatorias que precedieron la implementación de una postergada atribución otorgada por la Constitución Nacional en su Artículo 75 inciso 28.   Ella establecía, entre las  facultades del Congreso Nacional, la de autorizar “la introducción de tropas extranjeras en el territorio de la Nación."


Hace menos de 9 años las torres gemelas seguían definiendo el perfil imperturbable de Nueva York.   Pero algunas cosas cayeron… lo fueron los paradigmas. Para entonces era común (para sorpresa de muchos), que la nave insignia de la Armada Argentina fuera remozada en astilleros chilenos, que los míticos aviones navales que tanto daño causaran a la flota inglesa decolaran de portaviones brasileños compartiendo su veteranía gestada en duros combates, soldados de toda jerarquía compartían anécdotas y bromas tras una práctica en el terreno, escenas otrora inimaginadas de real confraternidad.


Impensable siquiera una década atrás… era una nueva realidad.


Como lo fue la realidad internacional.   Cuando nacían las Naciones Unidas, ni un solo párrafo advertía la matriz de colaboración que son estas misiones humanitarias conducidas por el “club” al que toda nación desea pertenecer.
Es así que el mundo cambió y todo lo que era estable se desestabilizó, tanto como su opuesto (y ya no solo en el cruce de Church & Liberty).   Parafraseando a -Heráclito, (500 a.C.) Todo cambia y nada permanece; todo se mueve y nada queda fijo… Las cosas frías se tornan calientes, las cosas calientes se vuelven frías; lo mojado se seca y lo reseco se humedece”1.Pero la desestabilización no solo llegó al norte de América.


Hace más de 5 años, nuestros hermanos del África americana (Haití) en su 200° aniversario de vida, se hundían en el drama de la disolución.   El derrame internacional de su conflicto escalaba y afectaba la seguridad toda del Caribe y la Región. No solo el drama humanitario al que, muchas veces el mundo no mira (al igual que Sierra Leona, Liberia, etc.) era ese Bastión de Paz, trabajosamente construido, el que estaba en peligro.


Hoy Haití está en vísperas de un nuevo proceso eleccionario.   Su incipiente democracia cura sus heridas y con la ayuda de sus hermanos latinoamericanos sigue creciendo institucionalmente aun con el desdén mundial.


Al igual que ayer, como lo dijera Saavedra Lamas: “los soldados argentinos salen de sus fronteras llevando libertad”.   En sus mochilas llevan democracia.   Por mandato explícito de las Naciones Unidas, por mandato implícito de UNASUR: institución superadora de sus precedentes y fogueada en estas crisis.


En efecto, hoy las realidades son otras. En el presente los ámbitos de actuación de las fuerzas armadas del UNASUR no son el interior de sus propios países.   Con la excepción que confirma la regla en Ecuador, cuya lección mostró a militares ecuatorianos rescatando a su Comandante-Presidente del cautiverio provocado por una asonada local. Sin temor a equivocarnos ese “profesionalismo”  procede en el mejorado entrenamiento proporcionado en la praxis humanitaria de HAITÍ. Ya no es la “seguridad interior, el conflicto de baja intensidad o planes trasnochados.


La demorada aprobación de la ley “de salida de tropas” en cumplimiento de la Ley 25.880/2004, entorpece la solidificación de los lazos de amistad de esta legión sudamericana de “profesionales del conflicto” que son sus FFAA.   Lejos ya quedaron las intrigas y desconfianzas, la apuesta a disputas innecesarias, la patología de la xenofobia. Nuestros verdaderos enemigos lo son los de la “República Sudamericana” y se los halla geográficamente distantes.


Independientemente del innecesario desgaste moral impuesto a las familias de nuestros miembros de los cuerpos de paz, eternizar una despedida hacia una zona en la que el conflicto cobra vidas y las pandemias asolan, flaco favor se hace a aquellos que deberán internarse en estas procelosas aguas del conflicto ambiguo y complejo, y lo hacen por que alguien debe hacerlo por nosotros.


La demora es demora de integración, es demora de sustanciación de la paz regional y es demora del futuro, con el lazo más estrecho firme y permanente que puede ligar a las naciones… el que lo da la sangre.

 

No es imprescindible multiplicar el sacrificio.

 

 

Por: Eduardo H. Cundins – (MEG) 535

 

 


1 Tomado del Sitio del Dr. Alberto Levy. http://www.albertolevyblog.com/gatillos-para-pensar/

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Ciudad Autónoma de Buenos Aires, octubre de 2010.

 


Las opiniones vertidas en este artículo no representan necesariamente las del Círculo de Legisladores y del IEERI.

Sólo son responsabilidad del autor

 
 

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