“…hoy más que nunca, somos un ejemplo en el mundo de participación en misiones de paz, de las cuales además nos sentimos muy orgullosos. Y nuestro país, y nuestras Fuerzas Armadas son reconocidos por los organismos multinacionales, plurinacionales, como Naciones Unidas, como organismos de primerísimo nivel.
Me tocó, como ustedes saben, estar en uno de ellos, visitando el hospital a nuestro cargo, en la misión de Haití, donde realmente somos un ejemplo. Por eso, la primera afirmación, unida a esta demostración de avance y desarrollo científicos es la reafirmación una vez más de que la Argentina es un país de paz.”
Palabras de la Presidente de la Nación y Comandante en Jefe de las FFAA con motivo de la Cena de Camaradería del día 16 de julio del año 2011
No hay más fanático que un converso. Nadie más proclive a desmantelar una guerra que, justamente, quienes las deben llevar a cabo. Nadie más conocedor del drama humano que las consecuencias de los conflictos conllevan que el propio soldado.
Con los acuerdos de Ottawa para la eliminación de las minas antipersonales que tanto daño han dispersado, sobretodo en África, se llegó a la conclusión que al menos un mínimo porcentaje de esos artefactos debía ser mantenido, (inertizados, inactivados) para, al menos así reconocerlos y proceder consecuentemente a su destrucción.
Esta misma lógica, la de una ingeniería inversa, es la que debe prevalecer para construir un ámbito de paz suficientemente sustentable, adecuadamente perdurable genuinamente regional. La defensa de los recursos naturales al igual que las pretensiones sobre una Antártida “Austral” será sudamericana o no será.
La simple y torpe sustitución de los sistemas defensivos o bien su lato desmantelamiento no harían más que profundizar los desequilibrios locales, alentar ilusiones de vanas glorias conquistadoras o asimiladoras e incitar empresas que siempre han truncado el bienestar de unos y otros, de agresores y de agredidos.
A raíz de un artículo de reciente edición “Transformaciones de América latina” de Aldo Ferrer publicado en Página 12 (1) , el economista se refiere a los “profundos cambios” que se operan en América Latina circunscriptos a las desigualdades sociales, nuevos estilos de liderazgos profundamente sociales, la estabilidad institucional democrática, el advenimiento de nuevas ideas como la reversión del deterioro de los términos del intercambio de la tesis de Prebisch y la actitud para con los centros de poder mundiales. No obstante el economista reduce las “condiciones de fácil integración” de las naciones latinoamericanas a una dimensión puramente economicista.
Tanto los sistemas económicos cuanto políticos (intra o internacionales) responden a una lógica intrínsecamente antropomórfica, la cual es propia de la condición gregaria del ser humano. Si bien la propia filosofía del conflicto Clausewitziano lo sostiene al afirmar “…que la guerra no pertenece al campo de las ciencias y las artes, sino al de la vida social. Es un conflicto de grandes intereses que tiene sangrienta solución, y en esto se diferencia de los otros. Mejor que con el arte se la puede comparar con el comercio, que también es un conflicto de intereses y actividades humanas, y se acerca más a la política que, por su parte, puede ser considerada como un comercio en grande escala.” (De la Guerra. Libro II- Cap. III – III Editorial 1884)
En una visión Maslowiana(2) no debería una integración tan profundamente humana desconocer que los compromisos básicos a satisfacer no deben saltear las necesidades que yacen en su base. No se lograría un adecuado relacionamiento comercial si el presupuesto de la confianza, la integración y la construcción de consensos no fuera anterior.
En tal sentido, los lazos que dan la sangre son superiores a los del comercio.
La solidez de una integración puramente comercial (o aduanera) demuestra cierta inconsistencia a la hora de materializar esas relaciones consumadas en instituciones permanentes. La alianza atlántica (OTAN) no nació comercial, pero sus fundamentos regados con la sangre de un compromiso defensivo mutuo, establecieron las bases de un Mercado Común (europeo) que engarzó sus instituciones sobre las ya existente, semejante a la misma Organización de las Naciones Unidas que no se funda, exclusivamente, en preocupaciones filantrópicas, educativas, sobre la niñez, el desarrollo y tantas otras facetas, en sus raíces reside el recuerdo de los ya 3.120(3) desaparecidos en misiones de paz desde el año 1948.
Los instrumentos de integración en la América meridional se construyeron, como lo es ahora, con el Centro de Estudios de la Defensa y el Consejo de Defensa Sudamericano que ya residen en la capital argentina y que reconocen en el factor catalizador de la crisis haitiana el disparador de una convocatoria en el que no estuvo ausente la defensa.
En tal sentido, las misiones de paz actualmente en desarrollo, verdadero barómetro de la conflictividad ecuménica, permite trazar un mapa en el que se descorre el interés o compromiso de los países de la UNASUR.
Un adecuado estudio de esta geografía de los compromisos permitirá profundizar los mecanismos de participación,
Argentina ha abierto sus puertas en los inicios del tercer milenio a la participación de efectivos de Brasil, Chile, Paraguay y Perú en un verdadero “laboratorio” de paz como lo es la Fuerza de las Naciones Unidas en Chipre de la que participa desde 1993. En efecto, impensables alianzas de trabajo en el terreno de elementos militares se dieron cita en las estribaciones de Troodos. Hermanos chilenos y argentinos construyeron lo impensable a 10 años vista. Otro tanto sucedió con Paraguay y Perú al igual que con Brasil. Este último, en reciprocidad, permitió la incorporación de un miembro argentino al batallón desplegado en Timor del Este hasta el cierre definitivo de la misión (UNMISET).
Países de la UNASUR participan en 12 de las 16 misiones que lleva adelante el organismo mundial, aportando 6.858 hombres y mujeres que constituyen el 6,18% del total mundial (111.018 miembros de paz de las Naciones Unidas)
Un mapamundi aclaratorio(4) identifica las misiones en curso y el aporte discriminado en expertos (observadores militares), tropas (de soldado a general) y policía internacional con la que contribuyen cada uno de los países de la UNASUR, pudiéndose arribar a las siguientes conclusiones:
- La República Argentina cedió su primer puesto en la contribución de tropas a partir del compromiso asumido por la República Federativa del Brasil desde el año 2004 cuando inicia un aporte de casi 2000 efectivos en Haití, conservando, así, el comando efectivo de las fuerzas desplegadas por otros 52 países en un total de más de 11.000 efectivos.
- Líbano, Sahara Occidental, Sudán del Sur y Chipre constituyen los escenarios de mayor participación sudamericana en el concierto de las 16 misiones actuales.
- Costa del Marfil, Darfur, Sudán (Abyei) y Pakistán-India constituyen los escenarios en los que la República Argentina no se ha involucrado, en oposición al que sí lo hacen otros países de la UNASUR.
- Venezuela, Guyana y Surinam son los países menos comprometidos en este tipo de contribuciones al no enviar personal alguno sea policial o militar a las misiones de paz; seguido de Colombia (12 efectivos), Ecuador (75 miembros) y Paraguay (209) (5).
CONCLUSIONES
Los recientes hechos acaecidos en Egipto, Turquía, República Centroafricana, Madagascar y Mauritania en el que se identifican democracias tuteladas por la presión de las armas, se oponen a la otra “patología” resultante de semiestados (o pseudoestados) carentes de un sistema defensivo eficiente que disuada cualquier aventura extranjera (Haití, Panamá, Costa Rica) y deben someter sus contenciosos a tribunales internacionales o terceros actores cediendo una porción de autonomía y el irrestricto control sobre sus destinos que los define como soberanos.
No hay nada intrínsecamente más político que lo militar, el acercarse militarmente a los países que lideran regionalmente misiones de paz en el mundo (Argentina en Chipre, Brasil en Líbano, Uruguay en RD Congo, Paraguay en Costa del Marfil)5 es acercarse sustancial y fundentemente a los comunes intereses, alineando intensiones que, finalmente, no es otra cosa que alinear los grandes objetivos que persiguieron los padres fundantes de la Patria Grande Latinoamericana.
Quien pueda la paz… puede la guerra.
MEG EDUARDO H. CUNDINS (1196)
1 http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-212708-2013-01-27.html
2 Abraham Maslow. Autor de la Teoría sicológica de la jerarquía de las necesidades humanas o bien la denominada “Pirámide de Maslow”
3 Obtenido al 8 de julio 2013. http://www.un.org/en/peacekeeping/fatalities/documents/stats_1.pdf
4 Ver Mapa del Mundo con la distribución de Misiones de Paz actuales de Naciones Unidas y la participación de países miembros de la UNASUR.
5 Ver Cuadro “Participación UNASUR en Misiones de Paz ONU Actuales y Porcentaje”