" Es obvio: no todas las polítólogas estamos para ser una Elinor Ostrom , una Ellen Meiksins Wood, una Chantal Mouffe, una Judith Butler o una Esther Duflo. A no desalentarnos! Todas somos importantes y en tanto mujeres, dentro y fuera del campo disciplinar tenemos mucho por hacer. Claro que deberemos dejar de banalizar cuestiones tan de moda que amenazan llegar a ser “mainstream”. Hacernos visibles, darnos visibilidad, no resultará de contar candidaturas electorales ni escaños obtenidos, ministerios ocupados, ni cupos cubiertos a como sea Podemos estudiar las contribuciones concretas que desde la función ejercida hacen esas mujeres. Y en la academia, de la mano de procesos de deconstrucción, descolonización y transversalización de perspectivas de género, hibridando luchas, seremos importantes si dejáramos de contar mujeres en la bibliografía de nuestros programas de trabajo para pasar a revisar en sus profundidades los núcleos originales y aportes de las proclamadas “epistemologías feministas”. Porque se trata de cuestiones eminentemente políticas. Mucho por indagar! Como también preguntarnos qué hacer ante los enunciados “enfoques de derechos” en materia de género y diversidades. Las consecuencias de su efectiva implementación a la hora de gestionar programas y proyectos ¿reproducen o amplifican injusticias? De qué orden? Tiendo a creer que corremos el riesgo de romper los” techos de cristal” cayendo en la trampa de aceptar acríticamente lineamientos de intervención que impulsan esos mismos organismos financiadores que solemos denostar. Y ni hablar de “empoderamiento”. Las politólogos tenemos el deber profesional de revisar con qué concepción de poder y de sujeto se presentan y juegan esas disputas".
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, marzo de 2022.
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