La necesidad de una oposición fuerte, que pueda
contrapesar y controlar lo que un gobierno realiza es
una de las ideas básicas de la democracia liberal.
En el caso de los Estados Unidos, muchas veces el Presidente
no cuenta con mayoría de su partido en una o ambas
Cámaras, lo que lo obliga a negociar y acordar
políticas.
En este caso, el flamante Presidente Barack Obama
cuenta con mayoría en ambas cámaras y se
propuso desde un primer momento una instancia de colaboración
entre los partidos, un procedimiento “bipartidista”
en el gobierno ante la grave crisis financiera que azota
al país.
Para lograr esto, Obama ofreció cargos claves
a los republicanos: la Secretaría de Comercio,
la Secretaría de Defensa y la Secretaría
de Transporte. De manera inusual, visitó el Capitolio
para lograr apoyo a su programa, una semana después
de haber asumido.
Sin embargo, en el debate legislativo, el paquete anticrisis
por más de 800.000 millones de dólares anunciado
por el Ejecutivo sufrió modificaciones y fue aprobado
sin el apoyo de los Representantes republicanos y con
sólo tres votos de los Senadores de ese partido.
¿Fue errada la estrategia parlamentaria que buscó
un apoyo bipartidista para el plan anticrisis? Algunos
analistas opinan que el problema fue intentar la aprobación
de una ley consensuada desde el Capitolio: si el Presidente
hubiera enviado su propia iniciativa, hubiera sido más
fácil lograr el apoyo de los republicanos. Otros
postulan que hasta que la situación económica
no mejore debido a las medidas estatales, los disensos
continuarán.
Lo que podemos concluir es que, muchas veces, los objetivos
políticos y partidarios pueden no ser coronados
por el éxito si no se evalúa correctamente
la estrategia parlamentaria a seguir.
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