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APOSTILLAS SOBRE DESARROLLO HUMANO

Pobreza, Desigualdad, Dignidad

por Cdora. Daniela Aruj

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Seguramente en muchos de nosotros existe un interés por reconstruir las bases fundamentales para el progreso de nuestro país, esa piedra desde donde reformar nuestra Nación para acercarnos a la gran Patria que construyeron nuestros abuelos, donde la dignidad del trabajo los liberó del hambre y les permitió forjar un futuro, aquellos años en los que la educación pública era de excelencia y logró que los hijos de esos inmigrantes iletrados sean orgullosos profesionales. Algunas ideas rectoras para esta tarea pueden encontrase en la tercera encíclica en la que se pronunció el Papa Benedicto XVI, Caritas in Veritate.

 

Esta encíclica nos habla de resistir la tendencia a reducir los sistemas de protección social, en este tema me detengo para de acuerdo a nuestra realidad nacional, proponer repensar el actual paradigma. Es indiscutible que los actuales sistemas de ayuda social siguen siendo vitales para millones de argentinos, esto es para casi un 40% de la población.

 

También es cierto que se ha puesto a la familias en muchos casos en la disyuntiva de “elegir” entre seguir recibiendo la ayuda económica o conseguir un trabajo, muchas veces temporario, que les haría perder el plan y tal vez no se sostenga en el tiempo.

 

Según algunos autores, este tipo de planes atenta directamente contra la dignidad del hombre, de la familia y especialmente contra los valores y ejemplos que reciben los niños, aquellas generaciones que serán los constructores del futuro de nuestra Nación. Aquí es donde la propuesta cambia el paradigma y sugiere poner a esos niños como receptores, como beneficiarios de la ayuda social para de esa manera lograr dos objetivos igualmente importantes.

 

El primero de ellos es que la asistencia a esas familias no se discontinúe y llegue en tiempo y forma a los beneficiarios: al estar en cabeza de los hijos, los padres quedarían liberados para conseguir trabajo sin perder la ayuda económica.

 

El segundo objetivo es que haya una contraprestación dada por la escolarización de esos chicos, es decir, que para recibir ese dinero se les pida asistencia a clase. Incluso la ayuda económica se puede incrementar por las calificaciones obtenidas y premiar, de esta manera, el esfuerzo académico.

 

Nuestra Constitución Nacional menciona específicamente en su artículo 75 inciso 2 que los recursos económicos deben ser utilizados priorizando la igualdad de oportunidades en todo el territorio nacional. Esto mismo es lo que menciona Benedicto XVI cuando nos advierte la necesidad de evitar el aumento de las desigualdades.

 

Las desigualdades deben ser combatidas mediante la oportunidad de lograr acceso a una educación pública modelo, a un sistema de salud del que nos sintamos orgullosos y proteja a nuestras familias, el obtener seguridad para todos los argentinos y por sobre todo, el acceso al empleo. Es allí donde nuestros legisladores tienen un papel crucial, la generación de incentivos para la toma de personal, incentivos para que las empresas den oportunidades a los más jóvenes para adquirir experiencia, a esos jóvenes que si no tienen una educación pública de excelencia nunca tendrán igualdad de oportunidades.

 

Por último y sin pretender agotar las interpretaciones posibles, la encíclica nos deja conceptos tan modernos como lo de Responsabilidad Social Empresaria, nos habla de la ética del mercado, del sentir colectivo, del bienestar de los empresarios, de los trabajadores, del cuidado de medio ambiente, de la responsabilidad y la preocupación por la comunidad que nos contiene.

 

Aquí nuevamente el Congreso tiene una enorme oportunidad y es un tema pendiente el de crear las normas que reglamenten la responsabilidad social empresarial, legislando sobre la materia y no dejándolo atado a la voluntad o falta de la misma de los actores involucrados.

 

Queda en manos del legislativo nada más y nada menos que dar las normas que hagan de nuestro país el ejemplo que fue y volver a sentir el orgullo de pertenecer.


Las opiniones vertidas en este artículo no representan necesariamente las del Círculo de Legisladores y del IEERI.

Sólo son responsabilidad del autor

 
 

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